lunes, 16 de mayo de 2011

La Eucaristía en la Sagrada Escritura

San Pablo y la Eucaristía

        1Corintios 11,23-26 es el texto más antiguo que nos cuenta la institución de la Eucaristía. S. Pablo lo escribió unos 20 años después de la muerte de Jesús. La “cena”, acto insignificante en su vida, Pablo la convierte en misterio de culto con carácter, porque en ella  Jesucristo y conmemora Su muerte.

            La Eucaristía en Pablo no es la que celebraba la comunidad palestinense  -la fracción del pan, en la que está presente Jesús- que se relacionaba con las comidas ordinarias de Jesús, sino que es la relacionada solo con la “Última Cena”, convite de despedida, cuando Jesús dio a su muerte el sentido de muerte sacrificial.

            Pablo conservó en la Eucaristía el carácter de conmemoración del sacrificio de Jesús e introdujo la idea de una presencia real y una comunión con Él por parte de los fieles.

            Ya en 1Cor 11,17-21, Pablo alude a la Eucaristía con fines pastorales a fin de corregir ciertos abusos que había en su celebración y hace destacar sobre todo la comunión del Cuerpo de Cristo como fuente de unidad también con el hermano, ya que quien no comulga con el hermano no comulga con Cristo dignamente. El sacrificio eucarístico reside fundamentalmente en la dicotomía entre vida comunitaria y la comunión eucarística.

            La Eucaristía debe ser la expresión real de la fraternidad. La división de clases sociales es según S. Pablo, un pecado contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

            En 1Cor 11,27 las palabras “reo contra el Cuerpo y la Sangre del Señor”, muestran que Pablo entendía en sentido real las palabras de Jesús sobre el pan y el vino, así, los que comen el pan y beben el cáliz del Señor participan de la mesa del altar de Su sacrificio, pues a través de una víctima ofrecida sobre el altar y comida después en el convite sacrificial, hace entrar en comunión con la víctima allí inmolada y consagrada “Cristo” y a través de ella, con los hermanos[1].

            S. Pablo también da a la Eucaristía carácter escatológico[2]. La Eucaristía es una prenda de vuelta de Jesús que prepara a los cristianos. Nos revela la esperanza que animaba a las primeras comunidades cristianas cuando celebraban la  Cena. Su  convite era una promesa y un anticipo del banquete escatológico.

Otros relatos neotestamentarios sobre la Eucaristía: “Evangelios sinópticos y Pablo”

            Además de 1Cor 11,22-26, hay en el N.T. otros relatos de fundamental importancia sobre la institución eucarística: Mc 14,14-24; Mt 26,26-28; Lc 22, 19ss.
            Estos relatos coinciden en lo principal y tienen idéntica estructura, pero forman dos grupos distintos: Marcos y Mateo cuya coincidencia hace pensar en  una coincidencia literaria por lo marcada que es, y 1Corintios y Lucas que coinciden menos.

            En el primer grupo cabe pensar que fue la tradición palestinense que Pedro llevó a Roma, y el segundo, como el étnico cristiano, que Pablo propagó en sus viajes de misión.

            La diferencia principal entre los dos grupos está en las palabras “Haced esto en memoria Mía” que falta en Marcos y Mateo y que son dos veces transmitidas en Pablo y una en Lucas.

            Entre estas dos fuentes no existe dependencia literaria inmediata; sus coincidencias se explican por su origen común. En ambos casos se trata de fórmulas tomadas de la tradición litúrgica y describen la Última Cena de Jesús a la luz de su celebración por la Iglesia primitiva. Esto se deduce del análisis de sus textos reducidos sólo a lo esencial; además de que Pablo habla expresamente de la tradición.

            En la tradición litúrgica, la Cena del Señor se redujo a lo esencial, se reservaron las palabras y ritos principales y se prescindió de los demás; así ha llegado hasta nosotros los mismos ritos y palabras con que la Eucaristía se celebraba en las comunidades cristianas primitivas: la de Jerusalén -Marcos y Mateo-, y la de Antioquia -Pablo y Lucas-
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            La ausencia del mandato: “Haced esto en memoria Mía” en Marcos y Mateo, se explica porque el mandato entraba enteramente en el sentido de la “fiesta pascual” que se conmemora con la celebración eucarística, ya que Jesucristo instituyó la Eucaristía dentro del marco de la fiesta de la Pascua que conmemora la Alianza Sinaítica y la liberación  de Egipto[3].

            En Pablo y Lucas, Jesús ordena: “Haced esto en memoria Mía”. No se trata de un simple recuerdo, sino de la renovación de una acción sagrada, mediante la cual el sacrificio de Jesús siempre vivo se hace actual bajo las especies del pan y del vino. Por eso, la Eucaristía es actualización de un suceso pasado -muerte y resurrección de Jesucristo-  y por su proyección al futuro es anticipación del banquete mesiánico; así lo expresa Pablo: … hasta que vuelva, y los sinópticos con la alusión al vino que de nuevo gustará en el Reino de Su Padre.

Eucaristía en San Juan y Hechos de los Apóstoles

            S. Juan habla en el capítulo 13 de la Última Cena aunque no menciona en él la institución de la Eucaristía; sí se refiera a ésta en diversas ocasiones. En Jn 6, 51 hay una fórmula de consagración: “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. En otros versículos del mismo capítulo destaca claramente el simbolismo eucarístico[4], El relato de la multiplicación de los panes: Jesús se sentó con Sus discípulos[5] como en la Última Cena; estaba cerca la Pascua [6], la fiesta de la institución de la Eucaristía; tomó los panes, dio gracias, los distribuyó entre los que estaban recostados[7], esto recuerda tres momentos de la institución eucarística y justifica que podamos pensar que el capítulo seis de S. Juan sea todo él eucarístico, especialmente los versículos 51-58. En estos versículos habla Jesús sobre la naturaleza de la Eucaristía y sus efectos como Sacramento.

            La esencia de la Eucaristía la indica Juan por el comer Mi carne y beber Mi sangre, estas fórmulas excluyen toda interpretación simbólica con las fórmulas: el pan de vida, el que come de esta pan vivirá eternamente, esto indica como efecto de la Eucaristía, la comunicación de la vida. Por el rito eucarístico el cristiano se hace partícipe de la vida de Cristo y entra en comunión tan íntima con Él, que puede compararse a la comunión de vida existente entre Cristo  y el Padre[8].

            En Juan la Eucaristía también es prenda de resurrección bienaventurada[9] y se ofrece a todos los hombres, la única condición es la fe en Cristo.

            En los Hechos de los Apóstoles, la Eucaristía se llama partir el pan[10]  o comida en común, celebrada en las casa en atmósfera de fraternal alegría[11]

La Eucaristía es fuente de unión de los cristianos con Cristo y entre sí

             Además de S. Pablo, casi todos los relatos sobre la Eucaristía o que aluden a ella más directa o indirectamente en la Biblia, resaltan de alguna forma el sentido de comunión y unidad de los cristianos con Cristo y entre sí. Esta unidad se vive en la Iglesia porque la Eucaristía es vínculo de unidad eclesial, es sacramento –signo y causa-  de su comunión pues la gracia propia de este sacramento, es la unidad del Cuerpo Místico. En ella, Cristo es la Vid que vivifica a todos los sarmientos y los mantiene unidos.

            Eucaristía e Iglesia se identifican totalmente: las dos perseveraban asiduamente en oír la doctrina de los apóstoles y en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones[12]. Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía.

            Cristo  dio Su vida en la cruz  para reunirnos a todos[13] y ahora sigue ofreciéndose en la Eucaristía diariamente para formar la unidad de la Iglesia. Los cristianos participan realmente de Su cuerpo en la fracción del pan eucarístico que los elevan a una comunión con Él y entre los hermanos porque el pan es uno, por eso somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos del único pan[14].

            La Eucaristía también es comunicación. Cristo nos comunica Su vida y la vida Trinitaria porque quine recibe a Cristo recibe al Padre[15] Así, por el Hijo, en Él y con él, participamos y recibimos la vida del Padre en el Espíritu Santo que es su “amor”.

La Eucaristía es anuncio permanente de la obra redentora de Jesucristo

            En la solemne celebración ritual del cordero pascual, Jesús hace el jueves con el pan y el vino la ofrenda sacrificial que el viernes hará en la cruz con Su cuerpo y con Su sangre; por eso, la Eucaristía que Jesús instituye en la cena pascual es aun tiempo banquete y sacrificio.

            La Eucaristía actualiza litúrgicamente -en modo misterioso pero real- el sacrificio único de Jesucristo en la cruz. Jesús quiere hacer permanente Su entrega al Padre por los hombres y expresarla mediante esa misteriosa presencia Suya bajo las especies del pan y del vino que actualiza esta entrega como alimento de comunión para los hombres, por la eficacia de Sus palabras el pan y el vino quedan convertidos en el cuerpo y la sangre de Cristo que se ofrecen en sacrificio; así el pan que se entrega y la sangre que se derrama, significa que todo Él se entrega e inmola.

            Para Pablo, la participación en esta cena –el comer y el beber – es anuncio de la muerte del Señor , hecho pasado que se hace presente hasta que vuelva es decir,  se hace presente en el Señor actualmente glorificado por la gracia, la cual es ya una prenda del encuentro definitivo y pleno.

La participación en la Eucaristía exige una vida cristiana y comprometida a nivel individual y comunitario

            En la Eucaristía es Cristo entero quien está con Su cuerpo y sangre, Su alma y divinidad, toda Su personalidad.

            Esta presencia de Cristo nos pide y exige una respuesta personal de una forma mucho más intensa que si estuviera allí sólo con Su cuerpo material. Mediante la Eucaristía Su ser personal nos invita a permanecer con Él; siendo así, la comunión eucarística nos interpela a vivir una adhesión completa a la Persona de Jesús, en fe y amor. Para esto es necesario un cierto grado de gracia santificante; si uno no es amigo de Dios no puede sentarse a Su mesa[16]. Esa participación en la mesa del Señor también nos compromete a que vivamos en caridad y unidad con los hermanos porque ella es causa de esa caridad. Jesús nos dejó el precepto del amor expresándolo en la Eucaristía, queriendo quedarse en ella como principio generador de lamisca caridad fraterna, de modo que uniéndonos a él, nos hagamos todos un solo cuerpo bajo la moción del Espíritu Santo[17].
                                                                                   Mª José Pascual (O.Cist)
Casarrubios del Monte



[1] 1Cor 28-29
[2] 1Cor 11, 26
[3] (1Cor 11, 25
[4] Jn 1-15
[5] Jn 6,3
[6] Jn 6, 4
[7] Jn  6,11
[8] Jn 6,56 ss
[9] Jn 6,54
[10] Jn 2, 42.46; 20,7.11
[11]Jn 2,46-47
[12] Hch 2 42
13 Jn 11,52
14 1 Cor 10, 17
15 (Jn 10, 30).
[16] Mt 22,11
[17] 1 Cor10,16ss