I. Mirando al Pasado
I.1. Fidelidad de Dios
Con
Abraham comienza la historia de la presencia amistosa de Dios entre los
hombres. Yahvé sella unas promesas por medio de una alianza con Abraham[1].
Él y sus descendientes fueron separados, protegidos y bendecidos por Dios. Esta
Alianza de Dios con Abraham ha sido un pacto unilateral: solo ha habido
compromiso por parte de Dios. Dios irrumpo en la vida de Abraham por pura
gracia suya; lo llama, dirige dispone y encamina sus pasos, vigila con su
protección su peregrinar ciego por tierras extrañas repitiendo machaconamente a
lo largo de su vida y la de sus descendientes su promesa. Este es el primer
paso histórico que conocemos en orden a la historia de la salvación.
Siglos
más tarde fue Moisés a quien se le manifestó el designio salvador de Yahvé,
concluyendo una Alianza en el Sinaí[2].
Este pacto con Moisés y con el pueblo ya es bilateral, pues aunque la
iniciativa parte siempre de Yahvé, Él ha querido que hubiese siempre compromiso
por parte del pueblo. Yahvé se compromete a llevar al pueblo a la Tierra Prometida y éste se
compromete a cumplir el código de la Alianza que exige no tener
más Dios que a Yahvé y hacer siempre su voluntad.
Esta
Alianza de Yahvé en el Sinaí significa
un privilegio en favor de Israel, que
asegura una protección particular por parte de Dios, es garantía para el
bienestar del pueblo escogido y amado por Él. Es título de gloria que lo coloca
en un plano aparte[3], el
primero entre todos los pueblos[4].
Con
Moisés la presencia divina de un Dios vivo, activo, hablante y amoroso se
manifiesta ya más intensamente. Moisés se siente invadido por Dios que le habla cara a cara,
como un hombre a su amigo[5].
Le revela su nombre: Yahvé, “el que es”, el que tiene “ser”: el que está
presente, el que es fiel, fuerte y bueno, está siempre en medio de su pueblo,
aunque éste no sepa verlo y exija siempre otros dioses[6].
Con Moisés la presencia divina también se manifiesta con portentosas
actuaciones salvíficas: paso del mar Rojo, el maná, la roca trocada en fuente
etc.[7]
La fidelidad de pueblo o la ruptura, trae consigo gozar o no de la
bienaventurada presencia de Dios[8],
pero aun cuando Israel quebranta la
Alianza de Yahvé, El contendrá su fidelidad solo con que el
pueblo se convierta a Él de nuevo.
La
promesa hecha por Dios en el Sinaí de introducir al “pueblo” en la Tierra Prometida ,
no fue Moisés quien la llevo a su termino sino que fue Josué el instrumento del
que Dios se sirvió para conquistar el país de Canaán para los israelitas. A
Josué sucesor de Moisés como jefe del pueblo, Yahvé le asegura su protección:
“yo estaré contigo como lo estuve con Moisés, no te dejare ni te abandonare”[9],
pero también le exige un ánimo valiente para llevar a cabo la empresa y el
cumplimiento fiel de todo lo dado a Moisés[10].
Los
cinco primeros capítulos del libro de Josué, la fidelidad de Dios con Israel,
su presencia protectora, como también la conciencia del pueblo de que se
encuentran ante una empresa santa. La ocupación de la Tierra prometida es un don
que tienen que conquistar, utilizando también medios y estratagemas humanos
puestos a su alcance[11],
pero que reflejan la decisión de Yahvé de dar a su pueblo el país habitado por
los cananeos[12].
El
paso del Jordán[13], fue
una travesía difícil y arriesgada, pero allí estaba yahve dispuesto a agrandar
a Josué ante los ojos de los hijos de Israel, Aun de que vean que El esta con
Josué como lo estuvo con Moisés[14],
en semejante situación[15]. El paso del río
Jordán por el pueblo de Israel, más que
una expedición militar, refleja una procesión litúrgica.
El
arca de la alianza que va al frente[16],
símbolo de la presencia de Dios, es llevado por los sacerdotes, cuando estos
ponen los pies en el río, las aguas lo dejaran libre de modo que los israelitas
pudieran pasar sin dificultad[17].
Aquí
la protección de Yahvé se ha hecho patente, el arca de la Alianza será el dueño de
toda la tierra. Ya al otro lado del Jordán levantan un momento conmemorativo
que será la señal[18]
de la protección de Yahvé en el paso del rió y una enseñanza para las futuras
generaciones de israelitas y de otros pueblos, con relación al poder de Yahvé
que les induzco a un santo temor del Dios de Israel.
Otras
de las señales de la Alianza
entre Yahvé y su pueblo es la circuncisión que había sido impuesta por Dios a
Abraham y su descendencia[19].
En el desierto los israelitas habían olvidado su practica y ahora antes de
entrar en la Tierra
santa veían que circuncidándose es señal de su pertenencia al pueblo de las
promesas y con el fin de celebrar la “pascua” –conmemoración del acontecimiento
salvífico por el que Yahvé saco a los israelitas de Egipto- pues era una de las
condiciones que se les exigían para poder celebrarla[20].
Cuando habían terminado de celebrar todos los ritos, el jefe de los ejércitos
de Yahvé, se les aparece en el lugar santo de Silgar, para renovar la
seguridades dadas por Yahvé de protección en la obra de la conquista que van ha
comenzar y que es obra de Dios.
I.2. En la
conquista del país.
Las
guerras para la conquista de la Tierra
Prometida , se entienden como “guerras de Yahvé” porque El
marcha al frente del ejercito. Dios esta en medio del pueblo cuando este en
lucha. Así se explico la forma milagrosa de la ciudad de Jericó[21].
El desastre sufrido en el primer intento de la conquista de Hai por uno de sus
miembros[22] y
como en el segundo intento castigando al culpable Yahvé se vuelve propicio. Con su pueblo Yahvé
confirma su presencia protectora[23].
El
relato de la batalla de Galaan proclama por sí misma la ayuda de Dios[24].
Se realiza y manifiesta mediante elementos naturales que Yahvé utiliza para
sembrar el pánico en los ejércitos enemigos, primero ante la acción rápida de
Josué que los puso a fuga, luego con la tempestad que hizo caer sobre ellos
cuando los enemigos intentaban ponerse a salvo[25].
“ Yahvé combatía por Israel”[26]
y hacia oportunas las violentas tormentas, como la llegada de improviso de los
israelitas al lugar donde estaban acampados junto a las aguas del Meran los
reyes coaligados, de los ejércitos enemigos que, poseían innumerables carros y
caballos, además de la tropa numerosa como las arenas de la playa[27]
“Yahvé los entregó en sus manos”[28]
los israelitas luchaban frente a unos pueblos que poseían una cultura y
técnica bélica muy superior a la suya y
es por eso que se podía ver más claramente que la victoria era un don de
Dios que combatía a su lado . Parece
como que Dios ya quiso adoctorar desde el principio la táctica que afirmaría
siglos mas tarde San Pablo escribiendo a los corintios “No hay entre vosotros
muchos sabios según la carne, ni muchos
poderosos y nobles. Antes bien Dios eligió la nada del mundo para confundir a
los fuertes, y lo plebeyo, el desecho del mundo, lo que no cuenta para
confundir a lo que cuenta y que nadie pueda gloriarse ante Dios”[29].
Yahvé
que había conquistado la tierra prometida, tiene derecho a ordenar a Josué su
reparto entre las tribus, según su voluntad. Los israelitas tienen conciencia
de ello y ven su actuación a través de las suertes; por eso no hay discusiones
y se acepta sin más el resultado de las mismas[30].
Se premia la fidelidad de caleb frente a la
actitud cobarde de otros exploradores, dándole hebram como Moisés le había
prometido[31].
También a Josué le dieron una heredad en medio de ellos: la ciudad de Taumenad-Sara
“por mandato de Yahvé” y la montaña de Efraín que el pidió[32]
.La distribución por suertes se hizo en Silo “en presencia de Yahvé” entrada
del Tabernáculo de la reunión[33].
I.4 Ciudades –refugio y ciudades levíticas
También
Yahvé quien ordena el establecimiento de estas ciudades- refugio[34]
y las ciudades levíticas[35].
Las primeras eran una especie de sacramento: significaban a su manera la”
Alianza santa de Dios y su pueblo.” Ellas recuerdan que las relaciones de los
hombres entre ellos tienen una dimensión superior, teológica: de sus actos
ellos responden ante Dios mismo; pero el hambre con frecuencia es empujado y
dominado por la pasión y Yahvé no podía permitir que esta prevaleciese sobre la justicia por eso
en las ciudades –refugio un homicida involuntario quedaba a salvo, al amparo de
los ancianos de la ciudad, del vengador de sangre. La legislación contenida en
Num 5,29 prohíbe profanar la tierra derramando sangre inocente, porque Yahvé
habita en medio de ella, entre los hijos de Israel[36].
Esta “geografía” tiene un sentido religioso y moral: el israelita debe
tener conciencia personal y colectiva de
la necesidad de prudencia en sus juicios, del orden moral y de concordia
fraterna. Dios
esta presente en la tierra de Israel y todo eso hay que impedirlo, en la fe y
en la atención a “El” presente que exige del israelita un comportamiento digno
de santidad y de justicia de Dios.
Las
ciudades levíticas significan aun mas que las ciudades refugio: “la presencia
de Dios en medio del pueblo”. Las funciones sacerdotales, ejercidas por los
descendientes de Levi[37]
con el tiempo formaron verdaderas ciudades levíticas, en ellas Vivian los
sacerdotes en cuyos santuarios ejercían el culto.
Los
relatos bíblicos presentan una concepción de los levíticos sublime y admirable.
Josué repite que en la tribu de Levi no recibió la heredad en el reparto de la
tierra, porque su heredad es Yahvé mismo, Dios de Israel[38],
así las ciudades levíticas están diseminadas por todo el territorio de Israel,
la presencia de los levitas sobre todos los puntos de Palestina, se puede
considerar como una forma de sacralización de esa Tierra elegida; san como una
continua actualización sacramental de la presencia divina misma; un juramento
de vida religiosa y una perpesctiva de mejor realización de la Alianza. La conclusión del
reparto es que Yahvé dio a Israel toda la tierra que había jurado darles[39]
y no fallo ni una de las palabras que Yahvé había dicho a la casa de Israel[40].
La conquista había sido un don de Dios que
había otorgado a Israel un cumplimiento de las promesas que había hecho a los
patriarcas[41].
Yahvé
ha dado a los israelitas la paz, el descanso, librándolos alrededor de todos
sus enemigos[42]. Ha
combatido con ellos venciendo a todos[43],
les da una tierra que no han cultivado, unas ciudades que no han edificado, en
las que habitan… los israelitas[44].
La única razón de ser de la presencia protectora y la fidelidad consciente de
Yahvé con el pueblo, es el amor que tiene a Israel.
I.5 Infidelidad de
Israel
En
el Sinaí Yahvé y los israelitas establecieron una alianza por la que Yahvé se
comprometió a llevar a Israel al país de Canaan y el pueblo eligió no tener otro Dios mas que a Yahvé y de
cumplir su ley[45].
Moisés había ordenado que una vez cruzado el Jordán y entrado en la Tierra prometida, renovaran
la Alianza[46] y
así se cumplió. La ceremonia se cumplió en, Siquen. A pesar de algunas
infidelidades que empezaron ya al día siguiente de su consagración en el Sinai
como pueblo de Dios[47],
a Israel no le fue tan difícil conservar la religión yavista, pura mientras no
tuvo contacto habitual con otros pueblos paganos. Pero una vez instalado en
Canaan tendría que conservarla en medio
de los cananeos, los cuales junto con una cultura superior a la suya, tenían
sus dioses muy cercanos a la tierra que cultivaban y su culto era más halagador
y atractivo para la naturaleza del hombre. El contacto y la coexistencia con las cananeos era inevitable, así lo
exigían las circunstancias en las que vivían: pero era un gran peligro y una
tentación continua para Israel en la que el caería también casi continuamente a
lo largo de su historia.
Las
relaciones entre hebreos y cananeos ha
veces eran tirantes, pero otras fueron
amistosas y de mutuas inteligencias que con frecuencia terminaban en
matrimonios entre hebreos y cananeos esta era una de las seducciones mas
insidiosas de Canaan que los autores sagrados insisten en recriminar. Los cananeos
eran politeístas como los pueblos del Medio Oriente y su religión estaba
fundamentalmente penetrada por una idea: “naturaleza fecunda” en que cada día
nacen y mueren los seres. Su culto a los dioses de la fertilidad pondría a
estos favorables y harían fertilizar sus cosechas. Para los israelitas Yahvé
era el dios del desierto y al ponerse en contacto con los cananeos que adoraban
a Baal como dios de la fertilidad de los campos cayeron en la tentación de
darle también ellos culto, quizás con el fin de obtener la fecundidad de sus
tierras. En estos cultos se practicaban toda clase de obscenidades sensuales,
sacrificios y victimas humanas etc. De los que posiblemente participarían los
israelitas.
De
hecho hubo al menos un rey en Juda- el impío Acar- que llego ha hacer pasar por
el fuego a su hijo[48].
Esto estaba prohibido a los hijos de Israel y a los extranjeros que vivían con
ellos, bajo pena de muerte[49].
Israel
fue casi conscientemente infiel a la
Alianza ; no supo superar los peligros y cometió el gran
pecado de abandonar a Yahvé e irse con otros dioses de los pueblos paganos.
Como consecuencia cayo en toda serie de pecados que lleva consigo la idolatría.
Solo conservo el “yavismo puro” una minoría selecta del pueblo, por la que
salio a salvo a través de los siglos pero mas de una vez Israel estuvo a punto
de comprometer su destino religioso; la acción enérgica de los profetas,
auténticos hombres de Dios y celosos de la causa religiosa de su pueblo
lograran se conservase esa pureza de la fe israelita aunque solo fuese por
medio de una “elite” espiritual del
pueblo- Esa “ elite” será el “ resto” que por los siglos confirmara la misión
confiada al “ pueblo escogido por Dios ” .
II Mirando al presente
La
última redacción del libro de Josué parece que tuvo lugar poco antes del
hundimiento del reino de Juda en el año 587 o poco después cuando el pueblo se
esforzaba por continuar su destino que ya comprendía mejor que era
fundamentalmente religioso.
Iniciada
la conquista con Josué se continúo durante el periodo de los jueces en el que
las tribus fueron extendiendo y consolidando sus dominios individualmente
conforme al reparto entre las tribus. Los ataques de los pueblos vecinos eran
frecuentes y se vieron en la necesidad de formar una unidad política con una
autoridad al frente de ella; esta unidad la consigue David y la rompió
definitivamente su nieto Roboan. Israel queda dividido en dos reinos: el reino
del Norte y el reino del Sur. El año 721 tiene lugar la conquista de Samaria
capital del reino del Norte, por parte de los asirios que se los llevan
deportados a su país. “Los hijos de Israel habían pecado contra Yahvé su Dios”
Jeroboan su primer rey comenzó los pecados y no se apartaran de ellos hasta que
Yahvé los arrojo lejos[50].
El
reino de Juda también era infiel; se sucedían los gobernantes perversos de fe y
costumbres, solo en el año 721 Exequias procuro reparar los extravíos de su
padre Ajar pero por algunos desaciertos en su gobierno provoco la invasión de
Secoqueril que asedio Jerusalén y aunque
no la conquisto se llevo un copioso botín. Jonias que reino en el año 640- contemporáneo
del profeta Jeremías en los últimos años de su reinado- fue la última esperanza
de Israel. Hizo una reforma religiosa, destruye todos los lugares de idolatría
y cumplió con todo la ley de Moisés[51].
En lo político, su reinado también proporciono años felices, pero fueron los
últimos. A Josias le sucedió Joachar solo unos meses porque fue depuesto por
Nechao y nombro a Joakin, hombre impío, soberbio, despótico, inhumano; deshizo
gran parte de la reforma religiosa echa por Josias y cargo al pueblo de tributos
pero al tercer año de su reinado, Nabucodonosor, invade Palestina y conquista
Jerusalén llevándose cautivo a Joakin , además de siete mil guerreros, mil
artifias y dos mil magnates- entre los deportados iba Ezequiel profeta-
Nabucodonosor nombra rey a Sedecias, hombre bueno que seguía los consejos del
profeta Jeremías, pero de inteligencia mediocre y de espíritu débil que se
dejaba influenciar mas por aquel que gritaba mas fuerte.
El
ambiente religioso durante los reinados que siguieron al de Josias había
alcanzado extremos intolerables[52]:
idolatrías toda clase de pecados contra el prójimo: injusticias, adulterios,
calumnias, rapiñas, etc. El pecado se había arraigado tanto en Juda que la
esperanza de que puedan cambiar se hace imposible[53].
Todos pecan y el castigo se hacia inevitable. Sedecias cedió y se unió a los
estados palestianenses para luchar contra Nabucodonosor, pero este pone sitio a
Jerusalén y a pesar de la resistencia heroica de sus habitantes que confiaban en que los egipcios los salvarían-
esperanza que no compartían Jeremías- a finales de junio del 587 logran
penetrar en la ciudad y acabaron con el ultimo rey de la dinastía de David. El destierro
a Babilonia del pueblo corono la serie de desdichas en el orden humano; la
ciudad (fue quemada ardiendo también el templo y el palacio real, las murallas
fueron destruidas, Jerusalén ya solo era “ruinas”). Esta es la situación
político-religiosa que el último redactor del libro de Josué tendría ante si.
II.2. Mensaje de esperanza
El
echo de que el autor del libro de Josué, después de la experiencia que tienen
de la infidelidad de su pueblo y de las consecuencias que este vive a causa de
ello, insista tanto en la protección de Yahvé haciendo que sea El el autor de
la conquista del país y que esta conquista progresiva sea un don para el pueblo
¿ No esta hablando con esto de la esperanza que aun tenían sus contemporáneos
de que Yahvé ahora también esta dispuesto a protegerlos para que permanezca en la Tierra prometida y continué
su misión en ella? La insistencia del autor en recordar la adhesión a Yahvé y
el cumplimiento de sus mandatos es otro dato palpable. Esta insistencia no
tendría razón de ser si Dios hubiese decidido abandonar a Israel y prescindiré
de lo establecido en la
Alianza ; mas bien deja entre ver con claridad que Yahvé
quiere que el pueblo se arrepienta sinceramente se sus idolatrías y se decida a
un fiel cumplimiento de la ley, con el cual El continuara protegiéndole y
asegurándole una feliz permanecía o vuelta a la tierra prometida: La continua presentación
de los enemigos de Israel muy superiores a ellos, sin que los israelitas
sientan pánico ante ellos, además de que siempre salen vencedores porque Yahvé
lucha en su favor, es como una forma de infundir animo a los habitantes del
diminuto territorio de Juda, que se sintieron incapaces, inseguros frente a los
grandes imperios orientales. El redactor del libro de Josué conocía una historia
de siglos, llena de amor y perdón de Yahvé con Israel; el perdón de Yahvé
repetido, el amor manifestado a veces con ternura paterna[54].
Estas actitudes de Yahvé en tiempos pasados infunden ahora una esperanza de que
también perdonara una vez mas a su pueblo y no se desentenderá de el sino que
continuara por su medio los planes salvificos.
II.3. Condición
indispensable: Fidelidad de Israel a Yahvé
El libro de Josué
contiene un mensaje de esperanza y alivio, en una de las situaciones mas
criticas por las que paso Israel. Pero este mensaje de esperanza va vinculado
como condición indispensable, a la fidelidad a la Alianza , fidelidad que
ahora suponía una conversión. Así el libro de Josué es como un llamamiento a la
conversión.
La fidelidad que ha
de manifestar Israel es el amor adhesión a Yahvé con toda su alma, expresado en
el cumplimiento de la ley. El amor de Dios a Israel es la ultima razón de su
elección[55]. A
ese amor Israel también tendrá que responder con un amor integral que exprese
su vinculación y agradecimiento a Yahvé. Así lo expresan algunos pasajes del
libro de Josué: 22,5;25,14 etc. La naturaleza y profundidad de ese amor lo
declara la conocida forma del Deuteronomio 6,5” Amaras a Yahvé con todo el corazón, con
toda el alma, con todo tu poder: Esa es la intensidad que el redactor del libro
de Josué quería inculcar en los Israelitas de su tiempo. Intensidad que lleva
consigo el servir a Dios en un fiel cumplimiento de la ley.
III Mirando al futuro
“Josué”
fue el hombre suscitado por Dios para introducir al pueblo escogido, liberado
de la esclavitud egipcia, en el país de Canaan bajo la protección de Dios.
“Jesucristo”, llegada la plenitud de los tiempos, vino al mundo a liberarnos de
nuestros pecados e introducirnos en el mundo de los cielos. La liberación
material de Josué lo hace figura de Cristo que nos libero espiritualmente y la Tierra prometida es un
anuncio del reino mesiánico. En el libro de Josué nos encontramos con una promesa
y una exigencia: Llave concederá a su pueblo escogido el “reposo y el pueblo
heredara la tierra[56]
.Estas expresiones que aparecen a lo largo de la Biblia , designan el término
al que se dirigen los planes de Dios. Jesucristo emplearía una de ellas, la segunda
Bienaventuranza: Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra”[57].
Bajo
esa expresión indica el reino de los cielos en su doble fase, terrestre y
ultraterrena. La exigencia de poseer la “tierra” es el cumplimiento de la ley,
expresión de la voluntad de Dios mediante de su pueblo y en el que Josué ha de
ser un modelo[58].
Esto halla su eco en las enseñanzas y practicas continua de Cristo, que vive
pendiente en cada momento de la voluntad de Padre y exige su cumplimiento a los
demás como condición indispensable para participar en la heredad celeste (Mt
26,39 Jn 4,54; Hb 10,8-10).
En
el Jordán Josué realiza los preparativos para la conquista de Canaan; en el
mismo lugar aparece el precursor del Mesías predicando la proximidad del reino
mesiánico. Las aguas del Jordán que habían dejado paso libre a los
israelitas para entrar en la tierra, franquea la entrada del Mesías a su
ministerio público. Allí en las orillas del Río Jordán apareció también
Jesucristo, y de allí partió para recorrer Palestina predicando el reino de los
cielos para el que exige una conversión interior. La conquista de Jericó tiene
lugar el día séptimo cuando al sonido de las siete trompetas de los sacerdotes,
el pueblo empezó a gritar y las murallas se derrumbaron; con ello comienza la
conquista de la Tierra
prometida.
En
el libro del Apocalipsis aparecen siete ángeles, el séptimo ángel toca la
trompeta y se oyeron en el cielo grandes voces que decían “ya llego el reino de
nuestro Dios y de su Cristo sobre el mundo, y reinara por los siglos de los
siglos[59].
Las siete trompetas de los sacerdotes reeludieron la caída de Jericó y el
principio de la ocupación de Canaan. Las trompetas de los ángeles del
Apocalipsis anunciaron la liberación del Señor que lleva consigo la destrucción
de Satanás, del pecado. El libro de los Hechos de los Apóstoles tiene un gran
parecido con el libro de Josué. Este ultimo comienza constatando la orden de
Yahvé a Josué de conquistar el país de Canaan[60];
aquel con la instrucción de Jesucristo a los apóstoles concluye: “recibiréis la
virtud del Espíritu Santo y seréis mis testigos en Jerusalén, en Samaria y
hasta los extremos de la tierra[61].
El libro de Josué presenta el cumplimiento de las promesas de Dios a Abrahán y la Alianza en el Sinai,
admitiendo también en sus filas a gente que no era israelita como Rahab y los gabaonitas.
Los
Hechos refieren el cumplimiento y realización de la Nueva Alianza rubricada con la
sangre de Cristo que se extiende a todas las gentes los bienes simbolizados por
la Tierra prometida.
Hay muchos puntos concretos además de los ya señalados que tienen semejanza,
como la presencia protectora de Yahvé y la acción del Espíritu Santo en los
Hechos; las doce tribus simbolizadas en el momento construido junto al Jordán,
con los doce Apóstoles etc.
III.2. Hacia la unidad del Reino
La
conquista de la
Tierra Prometida fue obra de todo Israel bajo la dirección de
Josué; es él quien crea la unidad del Pueblo, unidad que es anuncio y presagio
de la unidad del Nuevo Reino en el que todos los hombres formarán un solo y
único Pueblo de Dios.
La
conquista de Canaan fue progresiva y no se consiguió definitivamente, en vida
de Josué sino que fue obra en gran parte de las tribus en particular y que duró
un par de siglos; pero aquí es presentada como un acontecimiento de los
primeros días y que encuentra su unidad con Josué que fue quien lleva a cabo la
orden dada por Dios de introducir al pueblo en la tierra prometida. Así la
unidad de Israel radica y se apoya en vínculos de sangre o de acción, en la
dimensión religiosa.
Cuando
no existía unidad política, la religiosa en torno a Yahvé era verdadero lazo de
unión de las tribus israelitas[62].
Al distribuir la tierra entre las tribus, Israel debe conservar la unidad pero
dentro de las peculiaridades tradicionales de cada tribu. Estas un día se
unirán y formaran unidad vital de
supervivencia frente a los enemigos, aunque esto es un largo camino de riesgos.
De momento la unidad debía respetar y armonizar con la variedad y diversidad de
las tribus.
La
presentación de las tribus unidas bajo Josué, en una acción comun, que
perteneció a distintas tribus y diversas generaciones, tienen todo el valor de
una anticipación profética, es una imagen que en su tiempo desencadeno
cruelmente los hechos. En su tiempo el redactor quiere evocar con ello, sin
duda los días gloriosos bajo David y hacer reflexionar a su pueblo sobre la
realidad presente e infundirle esperanza en un porvenir glorioso en que se
reunirán Israel y Juda, lo que en perspectivas proféticas evocan tiempos
mesiánico.
III.3. Hacia el universalismo del reino
En
el Sinaí Yahvé hizo Alianza con su pueblo escogido pero desde el principio dejo
entrever que pueden formar parte del mismo pueblo de raza distinta a la judía.
Esta es una de las perspectivas que aparecen claramente en el libro de Josué.
Ya
en los orígenes, aparecen junto a los israelitas, a la salida de Egipto gentes de raza diversa
que se unieron a ellos; otros se agregaran por el camino[63].
El capitulo primero del libro de Josué ofrece un horizonte abierto al
universalismo con la incorporación de una mujer cananea y pecadora al pueblo de
Yahvé, quien a su vez manifiesta su bondad con los pecadores y sus designios
salvificos universalitas.
Rahab
cananea y prostituta hace con su fe honor
a los israelitas, esto significa que la salvación mesiánica estaría vinculada a
la fe no a la pertenencia normal al pueblo de Israel, por eso la fe de Rahab es
elogiada en el Nuevo Testamento en que Cristo declara a los judíos incrédulos y
dice que publícanos y prostitutas les predeceran en el reino de los cielos.
En
el monumento construido a orillas del
río Jordán hay una perspectiva universalista: “a fin de que todos los pueblos
de la tierra reconozcan la mano poderosa de Yahvé”[64]
único Dios verdadero que tienen poder sobre los elementos de la naturaleza. Los
gabaonitas también lograron introducirse en el pueblo aunque fuese por medio de
engaño[65]
y llegaron a desempeñar algunas funciones en el Templo. Caleb es de origen
edomita[66]
pero por fidelidad a Yahvé mereció una heredad entre los hijos de Israel. El
puede representar todo su clan de raza no israelita en medio de la tribu de
Juda.
Con
estos y otros ejemplos puede verse como el libro de Josué tiene perspectivas
universalistas y en el queda claro que para ser israelita no es necesario
pertenecer a Israel por sangre, basta la fe en Yahvé y la adhesión a sus planes
salvificos.
Estas
perspectivas universalistas, coincidían con las de los profetas; los de antes
de escribir el libro de Josué o sus contemporáneos hostigaban en sus escritos
el animo de un reino futuro de dimensiones universalistas[67].
Aunque en Josué no están expresadas en términos tan claros y expresos como n
los profetas, si, de otra forma que supone que el redactor del libro conocía,
compartía y confirmaba.
S. L Mª José Pascual
[1] Gn 15,18-21
[2] Ex 54,10-28
[3] Nu 23,9
[4] Ex.19,5
[5] Ex 33,11
[6] Ex 32.1
[7] Ex 14, 15-31; 16,17, 1-7
[8] Ex 32, 25-29
[9] Js 1,5-9
[10] Js 1, 7-9
[11] 2,1-24
[12] 2,9
[13] C 5
[14] 3,7
[15] Ex14, 15-31
[16] v.6
[17] 14-1
[18] 4,6
[19] Gn 17, 10-14
[20] Ex 12, 48
[21] c, 6
[22] c 7
[23] c.8
[24] c.10-11
[25] 10,6-12
[26] 10,14
[27] 11, 1-5
[28] 11, 6-7
[29] 1cor 1,27
[30] c19
[31] 14,9
[32] 19-50
[33] 19,51
[34] 20,2
[35] 21,2
[36] 3,33
[37] Un. 8,5
[38] Un 8,5-26
[39] 21,45
[40] 21,45
[41] Gn 12,1-3
[42] 21, 44
[43] 23, 3
[44] 24, 17-18
[45] Ex 20, 1-21
[46] Dr . 27, 1-7
[47] Ex 32, 1, 14
[48] II R. 16, 3
[49] Lv . 20, 2; dr 12, 31;18,10
[50] II R.17,8,12
[51] II Re.23,25
[52] Jre.19,4-5,7,18-19;7,30-31
[53] Jr 4,21-33;6,28-29
[54] Is 5,1-4.7; Os 11,1-9
[55] Drt 7,8
[56] 1,6.11.13.15
[57] Mt 5,4
[58] 1,7
[59] 11,15
[60] 1,1
[61] 1,8
[62] Jo 22
[63] Ex 12,44-48
[64] 4,25
[65] c 9
[66] Gn 36,9-11
[67] Is. 42,6; Ez.22, 40 etc.
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