domingo, 18 de mayo de 2014

LÍRICA SAGRADA: SALMO 15


1.      Género literario
El salmo 15 es un salmo de confianza individual. Desde el punto de vista literario es un canto lírico de gran contenido teológico. Puede denominarse también una oración de esperanza mesiánica. Esta composición alcanza una de las cumbres religiosas más altas del AT., que preludian la doctrina del NT, en materia de escatología individual. La distribución rítmica es bastante regular, a base de cuatro estrofas, abundando los paralelismos sinónimos.

Este salmo es una expansión confidencial del lama que encuentra su felicidad en vivir en compañía de Dios, porque Él es la fuente única de todo bien (vv. 1-2). De aquí se sigue la simpatía por todos los que son fieles a su Dios y la aversión hacia los que se entregan a prácticas idolátricas (vv. 3-4). Los ídolos lejos de otorgar la felicidad a los seguidores, con ocasión de grandes perversiones morales de prácticas crueles e inhumanas, llegando hasta el derramamiento de sangre humana en sus libaciones. Al contrario, el que sigue a Yavé ha encontrado su porción selecta (v. 5). El salmista consciente de este privilegio, tiene, de día y de noche, presente en su mente a su Dios y ansía y espera perpetuar esta intimidad espiritual de vida con su Dios aún por encima de la muerte (vv. 7-10).

Los autores que suponen que el salmo es de David, creen que el poeta regio expresa su fidelidad a Yavé y a los suyos en el momento de ser expulsado a la tierra de los filisteos[1]. Esta expatriación forzosa habría de ser una invitación a la apostasía, ya que, en la mentalidad de los antiguos, cada región tenía sus dioses: eius religio cuius et natio. David al contario, al salir del territorio de Yavé, entonaría un himno de adhesión incondicional a Yavé y a sus seguidores, los santos, los llamados tales porque adoran al Santo por excelencia y habitan en la tierra “santificada” por su presencia en el Tabernáculo. Para el salmista, los nobles o príncipes no son los que ocupan altos cargos sociales ni los que tienen bienes de fortuna conforme a la estimación popular, sino los que se amoldan a la vocación de Israel, que debe ser una “nación santa”[2]; por eso, sus componentes -cumplidores de la ley de Dios- son considerados como santos.
2.      “Elementos integrantes de los salmos de confianza individual”
a)      Invocación del nombre de Yavé
El nombre divino se encuentra entre las primeras palabras del salmo. Mediante esta invocación, el salmista establece contacto directo con Dios a quien va dirigida la súplica confiada. Esta simple invocación del nombre de Yavé es ya una verdadera oración. La virtud salvífica de Dios empieza a fluir sobre el alma atribulada. Para un semita los nombres no son palabras convencionales y vacías, sino que se confunden con la esencia de la persona. De ahí que el nombre divino se confunda con Dios mismo y está dotado de virtud y fuerza salvífica. En el salterio se hallan yuxtapuestas frecuentemente estas dos expresiones “fuerza de Dios” y “nombre de Dios”[3]. De ahí también la importancia que se concede en la Biblia al nombre de Dios: “Nuestra fuerza es el nombre de Yavé”[4]; Torre inexpugnable es el nombre de Yavé; en ella se refugia el justo y está seguro”[5]. Los salmistas contraponen la fuerza del nombre de Yavé con la debilidad de las fuerzas humanas: “Estos en sus carros, aquellos en sus caballos; pero nosotros, en el nombre de Yavé, nuestro Dios, somos fuertes”[6]. David vence a Goliat “En el nombre de Yavé”[7]. La fuerza que tenía para el israelita el solo nombre de Yavé se deduce asimismo de la solemnidad con que está rodeada su revelación en el libro del Éxodo[8].

Más o menos extensamente y en una forma más o menos explícita, el salmista hace siempre una descripción de la situación en que se encuentra y de la tribulación que le aqueja. Estas  tribulaciones pueden ser corporales, morales o espirituales.

Como los salmos de confianza individual vienen a ser una subclase de los salmos de súplica o lamentación individual, los motivos de confianza en Dios, que constituían allí uno de los elementos psicológicos del salmista, se encuentran aquí ampliamente desarrollados y dan la tónica general del salmo, pero éste apoyado en la confianza en la confianza en Dios, se mueve en una atmósfera de seguridad, paz y alegría, que estaba ausente en los salmos de súplica.

En estos salmos, la inspiración y la espiritualidad del salterio alcanza una de sus metas más altas.

b)     Súplica confiada
La súplica confiada constituye la nota más característica de los salmos de confianza. Es aquí especialmente donde notamos la actitud simple y espontánea del salmista hacia de su Dios. Invoca a Dios: óyeme, ayúdame, protégeme, sálvame, ten piedad de mí. Si Yavé demora, el grito se hace más osado: despierta, levántate, vuélvete a mí, respóndeme[9]. Las preguntas pueden llegar a ser osadamente insistentes: ¿Por cuánto tiempo me olvidarás? ¿Por qué permaneces tan apartado? ¿Cuándo vas a poner de nuevo tus ojos sobre mí?

La confianza del salmista, se basa en la Alianza y en la elección divina. Es incompatible que el justo sea confundido, porque su salvación personal en la que espera no es sino la aplicación a su caso particular de la salvación nacional y la redención de todo el pueblo de Dios. El Dios de la Alianza pide de los hombres sumisión y confianza; y allí donde existe esta confianza Yavé intervendrá.

c)      Motivos de súplica confiada
Casi siempre la súplica confiada va acompañada de los motivos que el salmista tiene para esperar la ayuda divina. Con esta evocación de los motivos de confianza, el salmista se propone un doble fin: a) Afianzarse él mismo en la fe y confianza en Dios. b) Urgir y mover la misericordia divina.
Los principales motivos son:
-Los atributos divinos: misericordia, bondad, fidelidad, santidad, justicia, omnisciencia. Estos atributos suelen estar expresados mediante vocativos: mi socorro, mi roca, mi fortaleza, mi escudo, mi fuerza. Los atributos divinos están formulados, a veces, en términos generales: escuchas a los que a ti claman; proteges a quienes se refugian en ti; liberas al pobre del preponderante.

-La confianza del salmista en Dios. Esta confianza está expresada de varias maneras: a ti me acojo, en ti confío, en ti están puestos mis ojos, espero siempre en el Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu.

-Otros motivos de confianza: la penitencia, el ayuno, el llanto, cilicio y la confesión de los pecados. Todos estos motivos son aducidos con frecuencia por quienes se ven aquejados de alguna dolencia, ya que los israelitas consideraban la enfermedad como castigo del pecado. También suelen apoyar sus plegarias en la debilidad y flaqueza anejas a la naturaleza humana, que disminuyan la culpa. La brevedad de la vida, es, a su vez, otro motivo.

3.       “Elementos integrantes y característicos propios de los salmos de confianza individual que se dan en el salmo 15”
a)      Invocación del nombre de Yavé, y súplica confiada
El salmista comienza invocando el nombre de Yavé. El comienzo (vv. 1-2) es parecido al de una súplica, con invocación de títulos de protección y asilo. Paralelos con ellos están los de señorío y bien supremo, que el orante proclama citándose a sí mismo. Con esto la oración se transforma en alabanza. Para el orante no hay más bienes que el de estar bajo el amparo de su Dios. Otros hay, sin embargo, que corren tras los “santos” y los “potentes” de la tierra, que multiplican ídolos y centros de atracción, como si en Dios no hubiera el poder de proteger y la atracción que satisface todo anhelo (vv. 3-4).
b)     Situación del salmista
Con el poder de Yavé, el salmista no desea contacto, no les tributa honores, ni siquiera toma sus nombres en su boca (v. 4). Todo su haber y su destino están en Dios, y no encuentra suerte más dichosa: él es la fuente única de todos los bienes deseables (vv. 4-6). Dios mismo es quien le guía por caminos que llevan hacia él; pero incluso sus “entrañas” le sugieren el camino. El solo saber que está cerca de él o en la senda por donde se le encuentra, hace vibrar su alma y los miembros todos de su cuerpo del deseo de alabarle; le da sensación de paz y de contento (vv. 7-9).
c)      Motivos de confianza
Y tornando a la alocución directa del comienzo, expresa el salmista, concluyendo, la confianza, la certeza en su suerte. Dios no le dejará bajo el dominio de los poderes enemigos, ni entregará su vida a las potencias del seol. Sólo la vida plena es su destino, la vida junto a Dios, su hartura, con hartura de delicias (vv. 10-11). El salmista desea vivir y habla sólo de la vida. La amistad divina es para él la fuente de la vida: él es quien le defiende de todos los peligros y corona sus días de todos los bienes deseables. Los caminos por donde Dios conduce, son ellos mismos vida; su contrario no es la muerte biológica, sino los caminos del seol, que ya son ellos dominio de la muerte. En efecto, la vida plena del salmista consiste en la amistad de Dios; con ella no se siente la amenaza, de la muerte, como si nunca hubiera de venir a interponerse en el camino. Esa vida de delicias es, además de bien en sí, signo de amistad de Dios: el morir es, por el contrario, el signo de que Dios ha dejado de condescender en su favor.
4.      “Cristianización y actuación del salmo 15”
El cristiano, como el salmista, no ha de poner su confianza más que en Dios, a quien ha escogido como bien supremo, su guía y protector que le librará del peligro en todo momento. Al leer salmo, podemos escuchar a Cristo paciente, expresando su confianza ilimitada en Dios. Los cristianos debemos recorrer el mismo camino que él para llegar al Padre y entrar en la vida eterna. Confiando en Dios y en Cristo, gozamos también de una paz y una alegría sin límites.

Quien ha encontrado en el cristianismo su auténtica vocación no sufre ningún tipo de desencanto. Porque no nace su vocación de la huida, sino del compromiso humanizador. La lucidez con la que rechaza la servidumbre de los ídolos y de otros señores de la tierra supone en cada cristiano renuncia, soledad y hasta amenazas. El Señor fue y sigue siendo el Refugio de su vida, el lote de su herencia, lote hermoso y encantador. En Él está la suerte de su porvenir y de su liberación.

La vocación cristiana es fuente de felicidad, de gozo interior, de serenidad. Es como caminar por el sendero de la vida, que conduce a un encuentro más pleno y definitivo con el Padre.
Hna. Florinda Panizo




[1] 1 Sam 26, 19.
[2] Ex 19,6.
[3] Sal 54,3.
[4] Sal 124,8.
[5] Prov 18,10.
[6] Sal 20,8.
[7] 1 Sam 17,45.
[8] Cf. Cap. 3 de Éxodo.
[9] Sal 7,7; 43,24.27.