domingo, 24 de abril de 2011

La Alegría Pascual




El Señor ha resucitado de entre los muertos,
 como lo había dicho,
 alegrémonos y regocijémonos todos,
 porque reina para siempre. ¡Aleluya!

         Servid al Señor con alegría, porque la tristeza y el mal humor dañan la generosidad. Ama a Dios con toda el alma y con buena cara. Así agradarás a Él y a los hermanos. Dice la Escritura que la alegría alarga la vida en muchos sentidos (Eclo 30, 21):

         Primero porque la vida sin alegría no merece la pena, y el hombre deja de luchar por ella si está triste. Ante los agobios y calamidades, se suele decir: “¡Esto no es vida!” La alegría siempre abre caminos hacia delante, alarga la vida, no sólo en años sino en calidad y en vivencias de paz. Además, la alegría tiene los brazos muy largos  para poder llegar lejos compartiéndola con los hermanos.

Pero además aquí hablamos de la alegría que tiene su origen en Cristo, en su amor redentor que estamos viviendo tan intensamente en estas celebraciones pascuales. Solo esta alegría es real y duradera, compatible con el sufrimiento que la vida humana conlleva inevitablemente.

         Esta alegría que viene se Dios  tiene como resultado que no sólo tú vas a ser feliz, sino que vas a ayudar a los demás a que también lo sean, ya que se transmite  espontánea y sencillamente, porque es  auténtica y cuanto más se vive y comparte, mayor es la felicidad para poder comunicarla y mayor es  la paz que te devuelve.

La liturgia del tiempo pascual nos repite con mil textos diferentes estas mismas palabras: Alegraos, no perdáis jamás la paz y la alegría; servid al Señor con alegría, pues no existe otra forma de servirle.

     Esta es la autentica y única alegría, no surge porque las cosas van bien, -en este caso  sería una alegría muy efímera-, sino cuando viene de sabernos  amados y salvados por Dios.

     En un himno de la Liturgia de las Horas de este tiempo pascual, se le denomina al Señor: ¡Alegría del mundo!  Cristo, es la fuente de la verdadera alegría, porque Él es la Alegría. Tras su resurrección, todo es novedad en el universo, y en cada uno de nosotros. Él nos ha ganado la vida, la Vida Eterna, y en esperanza la gozamos ya en este mundo. Y la esperanza no es evasión a tiempos mejores, sino  vivir conscientemente el presente que es lo más adecuado para preparar el futuro.

Así, estando  alegres, es la forma de dar gracias a Dios por su amor salvador. La alegría es el primer regalo del nuestro cariño y agradecimiento que le debemos, la manera más sencilla y sincera de demostrar que tenemos conciencia de los de ese amor loco e infinito que nos ha manifestado dando su vida en la cruz por nuestra salvación.

Nuestro Padre Dios está contento con nosotros cuando nos ve felices y alegres con el gozo y la dicha verdaderos. La tristeza nace del desamor o al menos, de la indiferencia con relación a  Él.

Jesús llama dichosos a todos los que sin ver creen, sintámonos así, dichosos de saber que Jesús ha resucitado y con ello, ha vencido a la muerte, ha vencido al pecado, y nos ha devuelto la gracia que perdimos por el pecado.

Vivamos la alegría de la resurrección, en cada uno de los acontecimientos que nos toque vivir, tenemos motivos más que suficientes para ser felices, Dios nos quiere felices, es por eso, que dejándose llevar por su Amor, ofreció a su propio Hijo como Redentor

Dios quiere que le sirvamos con alegría. Por lo que estamos alegres en el Señor dándole gracias y aclamándole con cantos de agradecimiento.
        

Cristo, alegría del mundo,
alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo

                                                                S. Adoración V. (O.Cist)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Amen

lunes, 4 de abril de 2011

Viacrucis


Reflexión


El viernes Santo es el primer día de la Pascua cristiana. La entrega del Señor, anunciada en la Última Cena, se consumó este día en la Cruz. El Viernes Santo es el día de la muerte, el día en el que Jesús de muere por nosotros, el día de la sangre derramada por el perdón de los pecados y la dispersión de los que habitualmente le seguían. Pero este viernes no es un día de tristeza. La pasión es necesariamente gloriosa. En el crucificado, Dios ama a la humanidad; la limpia de sus iniquidades; la atrae hacia sí y la reconcilia para siempre. He aquí la vida engendrada en el dolor y la muerte.
El viernes santo contemplamos en la Cruz a Jesús roto, inmerso hasta el fondo en la realidad humana, débil y doliente  ¡tan frágil como el cristal! Sus rupturas, en cambio, nos harán asomarnos pos las ventanas, que son las heridas del cuerpo de Cristo y podemos ver los “secretos de su corazón”. Benditas ventanas que nos dejan ver las “entrañas de Dios”: el  mar sin fondo, de su misericordia.
Las vivencias de este día no pueden dejarnos indiferentes. Hemos sido librados en el árbol de la cruz de las rebeldías de la pareja humana, en el árbol del paraíso. Aquel árbol nos trajo la muerte, el árbol de la cruz nos devuelve la vida eterna. Acompañemos a Jesucristo tomando la cruz de cada día, camino de la gran victoria final.


Vía Crucis:

En el nombre del Padre…

Camino del dolor, que Cristo recorre en obediencia al proyecto salvador del Padre. Camino suyo y nuestro:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz e sígueme” (Mt 16,24)

Oremos
Padre Santo y misericordioso, concédenos recorrer con fe y amor el camino de la cruz, para que participando de la pasión de Cristo, podamos llegar Él a la gloria de tu Reino.

Por Cristo Nuestro Señor.
R. Amén.



             
 1ª  ESTACIÓN: JESÚS SENTENCIADO A MUERTE

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

No entendemos. Jesús, por qué a ti; por qué a ti te condenaron a muerte de cruz. Pasaste por la vida haciendo el bien; dejaste en el camino semillas de verdad y libertad. Te condenaron por subversivo y revolucionarios; a ti el Rey del hombre y de la historia. Te condenaron como a un maldito; a ti, el Bendito de Dios.

Presidente: Nosotros  decimos no a tu condena; decimos no a las condenas de tantos hombres que hoy injustamente siguen empujados hacia en barranco de la muerte.


V/Danos fuerzas, Señor, para ser tus testigos.
R/Te lo pedimos, Señor.








 2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ


Sobre tus hombros de hermano nuestro, han dejado caer el peso duro del madero.
Queremos ayudar a llevar la cruz del hombre sin trabajo, del hombre metido en el trago duro y tirado en la vida; queremos ayudar a llevar la cruz del joven que anda por la vida sin rumbo, sin sentido, triste y sólo. Jesús, danos la fuerza de tu Espíritu de vida; la fuerza de tu Espíritu de amor y anímanos a caminar con dignidad, con verdad y libertad.

Presidente: Enséñanos a llevar la cruz como signo de la revolución del amor; como signo del camino de la salvación del hombre; como signo de la construcción del Reino de Dios.

V/Danos fuerza, Señor, para cargar
    con nuestras responsabilidades de cada día
R/Te lo pedimos Señor.

                        
           3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERO VEZ


Estás dolorido, estás desangrado, estás débil por los malos tratos de los soldados, los sumos Sacerdotes, los políticos, el abandona de los tuyos, las gentes del pueblo. Llevas el dolor del abandono de todos. Y caes. Caes de bruces. Caes hundido en tu pena y dolor. Caes y sientes todas las caídas de la humanidad. Caes y sientes mil maderos que aplastan. Es el pecado.

Presidente: Señor, Jesús, queremos ayudarte a ponerte en pie. Queremos que sigas adelante hasta Gólgota. Necesitamos de ti para salvarnos, para hacernos libres. ¡No! No te quedes caído; levántate y haznos ver que si nosotros nos rompemos, como tú, podremos levantarnos.

V/Danos fuerzas, Señor, para
    Levantarnos y volver al camino.
R/Te lo pedimos, Señor.


1. --  LECTURA   Génesis 2, 15-17; 3, 1-3. 6-7ª 23-24
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo guardara. Y dio al hombre este mandato:
- Puedes comer de todos los árboles del bosque; pero no comas del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque si comes de él morirás sin remedio.
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que había hecho el Señor Dios. Fue y dijo a la mujer:
- ¿Así que Dios os ha dicho que no comáis de ninguno de los árboles del huerto?
La mujer respondió a la serpiente:
- ¡No! Podemos comer del fruto de los árboles del huerto; sólo nos ha prohibido, bajo pena de muerte, comer o tocar el fruto del árbol que está en medio del huerto.
La mujer se dio cuenta entonces de que el árbol era bueno para comer, hermoso de ver y deseable para adquirir sabiduría. Así que tomó de su fruto y comió; se lo dio también a su marido, que estaba junto de ella, y él también comió. Entonces se les abrieron los ojos, se dieron cuenta que estaban desnudos.
Así que el Señor Dios lo expulsó del huerto del Edén, para que trabajase la tierra de la que había sido sacado. Expulsó al hombre, y en la parte oriental del huerto del Edén, puso a los querubines y la espada de fuego para guardar el camino del árbol de la vida.





         4ª ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE


Un mar de lágrimas estaba detrás de su mirada; un mar de aromas exhalaba su mirada llena de ternura; un mar de dolor gritaban esos sus ojos misericordiosos: Era tu Madre, Jesús; tu Madre que te llevó en su son; Tu Madre que arrulló tu sueño, que guió tus pasos; Tu Madre que siempre estuvo a tu lado mientras crecías; Tu Madre que supo del dolor en la huida a Egipto y de la tristeza de haberte perdido tres días; Tu Madre que llevó clavada 33 años la espada en su corazón de tu Calvario, de tu pasión, de tu Cruz, de tu muerte en alto. No puede hacer nada pero Tú, Jesús, hijo de María, sabes que está a tu lado, que te sigue paso a paso, que en su dolor, junto al tuyo, es Co-redentor de los hombres.

 Gracias, Jesús, porque nos distes a María por Madre nuestra; gracias por ese Regalo tuyo que llamamos: MADRE.

V/Que Madre no dé siempre
Fuerzas para seguirte.
R/Te lo pedimos Señor.






      5ª ESTACIÓN: EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ


El peso compartido, Jesús amigo, es más fácil de soportar; el peso junto al hermano es más llevadero. Por Adán, el primer hombre, entró la muerte en la humanidad; por ti, Jesús amigo, ha entrado la vida. ¡Misterio del ser hombre! Señor, estamos en una sociedad amurallada; una sociedad llena de egoísmo, individualista, donde nadie da la cara por el hermano acorralado; una sociedad donde triunfan los salvajes, los violentos, los fanáticos, los duros; una sociedad con miedo, donde impera la ley de la selva.

Danos ser hoy cirineos llenos de fuerza y amor en defensa débil, del pobre, del poquita cosa.

V/Danos fuerzas, Señor, para ayudar
    al que necesita.
R/Te lo pedimos, Señor.




     6ª ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Fue una mujer; una mujer, Jesús, quien rompió la valla; una mujer quien dio un paso al frente y dio la cara. Jesús, tú sentiste en tu corazón su ternura; y tus ojos se humedecieron. Te sentiste bien. La miraste a los ojos y ella sintió tu amor sin medida. Ella, valiente y decidida, dio por ti uno; y tú multiplicaste por cien lo que hizo por ti. Dejaste en su corazón marcado tu semblante; dejaste en su alma la paz y la bondad de tu mirada. Y cuando se fue, ya no era la misma; tú mismo, Jesús, la dejaste el corazón herido con tu amor.

Jesús, amigo nuestro; aquí estamos, los que te seguimos y queremos limpiar ese rostro duro, sucio y lejano y hacer que brille en el hombre y la mujer de hoy un nuevo rostro con la luz de tus Bienaventuranzas.

V/Danos fuerzas, Señor, para aliviar el
    el sufrimiento de la gente.
R/Te lo pedimos Señor.





     7ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ


Es dura la subida al monte de la Cruz en alto. Es ardua la marcha cargando el peso del pecado de la humanidad. Cansa, Jesús; te cansa tanta injusticia, tanta impunidad entre los hombres. Otra vez, Jesús, tu rostro contra el duro suelo. Tu rostro divino y humano besando la tierra. Tu rostro como los millones de rostros sin rostro.
Jesús, ayúdanos a levantarnos; ayúdanos a emprender de nuevo el camino; casa del Padre; del Padre que nos espera. Queremos de nuevo sentarnos contigo a su mesa y sentirnos hijos. Danos la túnica blanca del perdón y la paz; la túnica blanca de sabernos amado por el Padre. Queremos vivir como miembros de tu Iglesia; vivir felices de nuestra vida nueva revivida en el Bautismo, dejar a nuestro paso la paz y el bien para el hermano.
Gracias por comprender nuestra caídas. Ayúdanos.

V/Danos fuerzas, Señor, para vivir
     poniendo nuestra confianza en ti,
     no en nosotros.
R/Te lo pedimos, Señor.





3.- LECTURA   Jeremías 11, 18-20

El Señor todopoderoso me lo hizo saber y comprendí. Entonces me hiciste descubrir sus maquinaciones. Yo era como un cordero manso llevado al matadero; no sabía lo que tramaban contra mí. “! Destruyamos e árbol cuando aún tiene savia, arranquémosle de la tierra de los vivos, y que no se mencione más su nombre!” Pero tú, Señor todopoderoso, juzga rectamente, y examinas los pensamientos e intenciones; haz que yo pueda ver tu justicia sobre ellos, porque a ti he confiado mi causa.




       8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES


¿Dónde están los hombres, Señor? ¿Quién se complace de ti? ¿Dónde están los corazones de carne? Sobran corazones de piedra. Ahora, señor, camino del Calvario, entre la muchedumbre curiosa, unas mujeres lloran; lloran porque son madres y les duele la muerte de un hijo: Lloran porque en su llanto están los llantos de tantas madres solas que el único consuelo son sus lágrimas ante tu imagen crucificada. Tú acoges su llanto. Tú, Hijo de nuestra raza, hijo de María, la virgen; de corazón dulce y misericordioso.

Amigo Jesús, da a nuestro corazón capacidad para acoger el llanto del joven deprimido, angustiado, desesperado. Acoge el llanto de tanto joven incomprendido y no amado. Acoger el llanto de tanto joven metido en el vicio y que quiere salir y no puede y nadie le ayuda. Los hombres también lloramos, como Tú. Tal vez, el que no llora es porque aún no es hombre, porque aún no se ha roto a sí mismo.


 V/Danos fuerzas, Señor, para estar
    atentos a los sufrimientos de los
    que viven a nuestro lado.
R/Te lo pedimos Señor.








       9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ


Sientes que te faltan las fuerzas y las piernas se te doblan. Como un titán sacas fuerzas de tu corazón y sigues caminando. Y caes; caes de nuevo. Caes porque llevas a tus hombros el pecado del hombre, nuestras caídas, nuestros fallos, nuestras derrotas.

Jesús, queremos cambiar este mundo caído; queremos ponerlo en pie para que camine en el Tercer Milenio en la dignidad de ser hijo de Dios, orgullo pleno. Queremos cambiar y nos da miedo. E tú nos dices que el cambio no es de estructuras; nos llamas a que nos rompamos, a que cambiemos nuestro corazón y así ayudemos a cambiar el corazón de los hermanos.



V/Danos fuerzas, Señor, para levantar-
     nos una y otra vez, para compren-
    a los demás y otra vez.
R/ Te lo pedimos Señor.


5.- LECTURA   1Pedro 2,21-25

Habéis sido llamados a comportaros así, pues también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. El no cometió pecado, ni se halló engaño  en su boca; injuriado, no devolvía injurias; sufría sin amenazar, confiando en Dios, que juzga con justicia. Él cargó con nuestros pecados, llevándolos en su cuerpo hasta el madero, para que, muertos al pecado, vivamos por la salvación.
Habéis sanado a costa de sus heridas, pues eráis como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto el que es vuestro pastor y guardián.







   10ª ESTACIÓN: JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS


Como tú, me siento despojado, me siento desnudo. No soy yo. Estoy despojado de motivaciones; no tengo fuerza de voluntad para decidir por mí mismo, para tomar opciones vitales. Tengo el alma vacía, a la intemperie, y Dios, el Dios de mi vida, el que me creó y conserva la vida, lo siento ausente de mí; siento mil dioses falsos en mi piel. Me veo ridículo ante ti, al verte desnudo y roto, con el cuerpo desangrado y salpicado de heridas por amor; está, Jesús, que da pena y siento ganas de cerrar los ojos.

Dame ojos abiertos que busque ser un hombre de nuevo, un hombre puro, transparente, sano; un hombre, Jesús verdadero como tú: bueno y humilde de corazón.


V/Danos fuerzas, Señor, en los momen-
     tos en que estamos tentados de
     tirar la toalla.
R/Te lo pedimos, Señor.









     11ª ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ


La llevaste a los hombros y ahora te amarrarían a ella. ¡No! No te podrás escapar. Quedarás clavado, punzado, cosido al madero maldito como un blasfemo maldito. Tus manos que dieron de comer, que curaron, tus manos se alzaron proclamando tu Evangelio… están ahora cosidas al madero. Son clavados tus pies, Jesús, tus pies de peregrino, tus pies de mensajero que anuncia la paz y el amor. Te clavan al madero y te levantan en alto, para que todos sean atraídos hacia ti. Eres en la Cruz, Señor Jesús, el profeta verdadero que dando su sangre proclama la verdad de su mensaje; eres en la cruz el Sacerdote de Dios que intercede, que da su vida en la oblación por la salvación de los pueblos; eres el Pastor, que da la vida por sus ovejas; eres el rey de la historia y del hombre.


Jesús, queremos abrir nuestras manos y clavarlas en el mundo oprimido; manos encallecidas que liberen al hombre, a la mujer de amarras; de las amarras que no les dejan ser libres. Toma nuestros pies para ser hoy mensajeros de tu Evangelio; queremos anunciar al mundo la verdad de tu muerte, la verdad de tu vida, la verdad de tu resurrección. Toma pues nuestra vida, señor Crucificado; tómalas hoy porque amor con amor se paga. Tu muerte en la Cruz, Jesús, es amor hasta el extremo, es amor hasta el infinito. Gracias, amigo nuestro, porque nos has dado la mayor prueba de amor.


V/Danos fuerzas, Señor, para amar
     hasta el extremo como tú mismo lo
      has hecho.
R/ Te lo pedimos, Señor.



7.-   LECTURA    Juan  3, 14-18
Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que no crea en Él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en Él no será condenado; por el contrario, el que no cree en Él, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo de Dios.






      12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ


Te clavaron en la cruz a las nueve de la mañana. Al medio día, la tierra se cubrió de tinieblas, se hizo de noche. Seis horas para dar el peso de este mundo al Padre. Eres, Jesús en Cruz, el hombre fiel a Dios y a los hombres, el perdón, la salvación la reconciliación del hombre con Dios. Eres la Fuente de Vida, de Libertad, de Paz de Amor y Plenitud. En ti muere, se acaba el mundo viejo del pecado; y en ti nace el mundo nuevo de la gracia, de la Verdad. Antes de morir has gritado a Dios: “Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” Has pedido ayuda: “Tengo sed”; y te hemos dado vinagre con hiel. Has abierto tu corazón bueno y le has dicho al Padre: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Y has levantado tu oración con un gran grito: “Padre, en tus manos entrega mi vida”. Has inclinado la cabeza y todo se ha acabado. La tierra ha temblado, el velo del templo se ha rasgado.

Te adoramos, Señor, muere por nosotros en la cruz, te adoramos y ante ti doblamos nuestras rodillas (todos se ponen de rodillas). Gracias, Señor. Que sepamos responder a tu amor con amor, gastando nuestras vidas por el bien de nuestros hermanos.



V/Danos fuerzas, Señor, para aceptar
     el escándalo de la cruz y glorificar tu
      nombre.
R/Te lo pedimos Señor.









      13ª  EATACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE



Descansa en paz, Jesús. Eres como el grano de trigo que ha muerto y espera dar fruto en abundancia. José de Arimatea, Nicodemo, Juan, el discípulo amado, María Magdalena, la pecadora perdonada y otras mujeres, te desclavaron con ternura y pusieron tu cuerpo cubierto de sangre en una sábana pura, blanca. Tu Madre te ha cerrado los ojos; tu Madre ha dejado caer sobre tu frente mil besos doloridos. Ella le ofrece lo mejor, lo único que tenía; Ella es la mujer fuerte, que ha sacrificado a su Hijo. Jesús, nadie te trajo flores. No tuviste funeral. Te llevaron en volandas hasta el sepulcro. Todo ha acabado. Todo comenzará de nuevo. Déjame, Madre nuestra, decirte que has sido fiel al plan de Dios.


Déjame, Madre de Jesús, decirte que nos sentimos orgulloso de ser tus hijos. Tú cuidarás de la comunidad de tu Hijo; serás madre de la Iglesia. Tú serás camino de fe para seguir los pasos del Crucificado. Queremos que seas modelo de nuestro estilo de vida. Contamos contigo  y queremos ser libres y firmes como lo fuiste tú.


V/Danos fuerzas, Señor, para estar,
     como María, en los momentos de
     dolor.
R/ Te lo pedimos Señor







   14ª ESTACIÓN: EL CUERPO DE JESÚS ES DEPOSITADO EL SEPULCRO


Es tu sábado, Jesús. El día de descanso. Te mereces este reposo. Duerme en paz y vive el silencio. Entra en la mansión de los muertos y rompe la barrera de la muerte. Jesús, todo ha terminado para el hombre. Parece que triunfó el mal. Todo ha sido destruido; la Obra que realizaste, ¿Dónde está? ¿Dónde están los doce, tu comunidad escogida? Solamente una mujer y tres hombres te llevaron a la tumba. Mientras en la ciudad deicida; mientras en la ciudad de David todos viven la gran fiesta de la Pascua, tú estás descansando. Amén, Aleluya: después de la Cruz viene la Victoria. Amén, Aleluya: después de la muerte al egoísmo viene la vida nueva. ¡Aleluya el amor es vida!.

Señor Jesús, amigo de los hombres, vale la pena entrar en desafío.


V/Jesús, que tu resurrección nos ayuda
    a vivir de una manera nueva.
R/Te lo pedimos Señor









                                                                        ORACIÓN FINAL


Señor Jesucristo, Salvador y Redentor, hermano y compañero de los afligidos, que clavado sobre el madero de la Cruz, nos diste tu testamento de Amor: Siete claves de tu vida, siete mensajes de tu proyecto, siete último servicios a la humanidad entera.
No eres el Dios-con-nosotros terrible, sino el Dios vencido por la ternura que acoges y restauras la vida hasta de tus propios asesinos.
Enséñanos, cada día, a vencer el miedo al sufrimiento con la fuerza que mana de tu Cruz. Y que nuestra soledad se refugie en ti.
TÚ QUE VIVES Y REINAS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMÉN

Benvindo balvesf
Monj benedictino
Monasterio de Santa María del Paular