domingo, 10 de marzo de 2013

ZAQUEO Y NICODEMO

DOS FORMAS DE ENCONTRARSE CON JESÚS
 (Lc 18, 1-10 y Jn 3, 1-21)

            La Biblia, como todos los grandes relatos de la humanidad, está llena de personajes que, sin quererlo, han pasado a la galería de grandes protagonistas y arquetipos o representación de las actitudes que otros hombres toman ante la vida, ante Dos, ante Jesús, ante el dolor, la alegría o la muerte.

Zaqueo y Nicodemo son dos personas muy distintas. El primero es un hombre de mundo, comerciante y negociador, vividor y un poco cínico, un hombre al que nada –ni siquiera la estatura- se le ha dado fácilmente, y por eso sabe del trabajo y esfuerzo que cuesta conseguir algo. Nicodemo es un hombre respetable, posiblemente de buena y noble familia, digno en su porte y cuidadoso de sus acciones, sincero creyente y político a la vez, cumplidor de las leyes personalmente y con miedo también a las opiniones o actitudes de los demás hacía él.

Zaqueo

Hay algo en el interior de Zaqueo que permanece limpio y original, infantil y abierto a la sorpresa, algo que despierta la presencia de Jesús y le cautiva, le trastoca y le entusiasma. En el corazón de Zaqueo, en el centro más profundo hay una cámara donde no ha llegado el mal, la avaricia y la soberbia de la vida, un lugar que el dinero no ha podido comprar y la malicia y suciedad de este mundo no han podido pisar.

Zaqueo, experto psicólogo a la hora de cerrar tratos, descubrir nuevos clientes y embaucar a ingenuos, especialista en dar “gato por liebre” y sacar siempre el mayor beneficio posible en sus transacciones, corre para descubrir a Jesús y sube a un árbol para verlo bien.

Jesús, a quien las apariencias importan poco, se encuentra ante el Zaqueo que nadie ve, y entra en esa cámara oculta del corazón del comerciante, donde está el Zaqueo real, el niño que en lo alto del árbol se le sale por los ojos a Zaqueo.

Las miradas de Jesús y de Zaqueo se encuentran, y surge entre ellos una doble complicidad: la del salvador y la del salvado, la del redentor y la del redimido.

Pero el encuentro es un “encuentro bíblico”:

·        La iniciativa la toma siempre Dios.
·        El hombre recibe la presencia de Dios con gozo y alegría.
·        Fruto del encuentro es que la “salvación” llegue a los pobres y desheredados.
·        Dios viene a salvar, no a condenar.

Es difícil saber, en este relato evangélico, quién descubre a quién… si Zaqueo a Jesús o Jesús a Zaqueo, nunca sabremos por qué Jesús “se invitó” a casa de Zaqueo, y nos sorprende mucho la “reacción tan exagerada” de Zaqueo (hubiera bastado con una “cantidad simbólica”…).

Pero cuando la alegría se desborda, cuando los amigos se hacen cómplices para el bien, cuando la salvación entra en la casa de uno… ¡todo es distinto!


Nicodemo

            Ya lo hemos descrito más arriba. Además, Nicodemo es un fariseo, posiblemente consecuente y serio con su fe y sus principios religiosos. Jesús le despierta cierta admiración y confianza; pero solo por lo que ha visto y oído de él. No es que tenga fe ni relacione a Jesús con nada sobrenatural; sencillamente lo encaja dentro del contexto religioso de Israel: reconoce que “viene de parte de Dios” (es decir, un profeta más…).

            En el diálogo con Nicodemo sorprende la frialdad de Jesús (no hay ni un asomo del entusiasmo con Zaqueo). Jesús se muestra expeditivo y cáustico, y al final le afea a Nicodemo el que haya venido a verle de noche.

            Juan resume la conversación mantenida entre Jesús y Nicodemo en varios puntos básicos:

a) Necesidad de un “nuevo nacimiento” (una realidad nueva):

·        El misterio del nuevo nacimiento (vv. 3-9). Jesús declara con solemnidad: es necesario nacer de nuevo para ver el reino de Dios. No se trata de un simple cambio o conversión, sino de hacer algo nuevo, nacer de nuevo.
·        Nacer de nuevo es creer en Jesús: el Espíritu es el agente de la nueva fe, produce una vida nueva dotando unos ojos nuevos,
·        Y hace ver la gloria de Jesús como Unigénito del Padre y del reino de Dios.

b) la revelación presentada a un “fariseo” (que conocía “la ley” y los profetas; pero al que le faltaba la experiencia auténtica del origen de la “dinámica” de la salvación… aunque era “doctor en Israel”…).

·        La revelación del misterio redentor ( vv. 10-21): Jesús puede hablar de estos misterios porque los conoce. Jesús ha descendido del cielo para “revelarlas”.
·        La cruz es la cumbre de la revelación, en donde se encuentra la salvación. Es el lugar del conocimiento verdadero de Jesús, como Hijo de Dios y lugar de atracción, que Él ejerce sobre toda la humanidad.
·        El v. 16 constituye el momento álgido de todo el diálogo, una expresión suprema. El amor del Padre ha puesto en marcha toda la historia de la salvación.
·        El “juicio” no es una sentencia pronunciada al final de los tiempos, sino que se va realizando en la misma confrontación de los seres humanos con Jesucristo. Dios hizo una oferta que sigue abierta.


Conclusión

            Posiblemente nos encontremos divididos y dubitativos ante las diferentes posturas de Zaqueo y Nicodemo. La verdad es que la frescura de Zaqueo, la espontaneidad de su reacción y lo desmedido de su generosidad contrastan con la exquisita corrección de Nicodemo, su acomodo como interlocutor atento y competente con Jesús… pero no se nos dice nada del final de la entrevista, o de cómo concluyó. No sabemos tampoco cuál fue la reacción de Nicodemo, ni qué efectos tuvo en él la charla con Jesús.

            Pudiéramos decir que Zaqueo y Nicodemo son dos modos de ser cristiano, representan dos modos de ser en la Iglesia, en la comunidad (también monástica…). Cada uno de ellos provoca una reacción distinta en Jesús.

            Zaqueo representa el entusiasmo y la espontaneidad, la alegría desbordada y la “creatividad” (organiza todo en un plis plas). Yo me pregunto si no deberían apuntar a eso nuestros planes de formación y de educación; si no deberíamos potenciar más en nuestras comunidades  el entusiasmo y la “capacidad de reacción”.
            Quizá sea la falta de esto lo que haga que sea imposible la “seducción” de nuevos candidatos, el desarrollo de una vida humana y espiritual realmente fecundas, o, para concluir, quizá nos atenace y avergüence el miedo a aceptar algo que desmonta toda nuestra vida, soportada en un mero aparentar (aunque “aparentemos” muy bien… o sea, como los fariseos) y no cimentada sobre la roca firme del entusiasmo por Jesús la fe en su Palabra.

Francisco R. Pascual, ocso
Monasterio Cisterciense de Cassarrubios (Toledo).

2 comentarios:

  1. ZAQUEO SENTIA CURIOSIDAD POR SABER DE JESÙS NO QUERIA QUEDARSE CON LA DUDA LA LLAMADA YA LA TENIA Y HACE UN CAMBIO DE VIDA SE ENTREGA INMEDIATAMENTE AL SEÑOR.. NICODEMO UN HOMBRE CULTO DE ALTA POSICIÒN Y MIEMBRO DEL SANEDRIN SABIA QUIEN ERA JESÙS PERO NO QUERIA DESPRENDERSE DE LAS COMODIDADES PERO HIZO UN ACTO BIEN HERMOSO ES UNO DE LOS QUE ACOMPAÑA A JOSE DE ARIMATEA A PEDIR EL CUERPO DEL SEÑOR Y LO HACE PUBLICAMENTE TAL VEZ YA SE HABIA CONVENCIDO DE QUE SU VIDA SIN EL MAESTRO NO TENIA SENTIDO,, DOS PERSONAJES MUY INTERESANTES..GRACIAS

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  2. Muy bonitas historias

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