viernes, 4 de diciembre de 2015

PREPAREMOS LOS CAMINOS DEL SEÑOR


«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo
escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»

Juan Bautista nos exhorta que nos  preparemos para encontrarnos con Dios. Nuestra vida tiene que reflejar en todo momento que somos cada uno de nosotros, los hombres y mujeres, la comunidad de los creyentes, los que nos ponemos en camino. Sin embargo, es preciso recordar que si nos podemos encontrar con Dios es, en primer lugar, porque Él sale a nuestro encuentro. Él tiene la iniciativa en la relación con el hombre, nosotros la respuesta.

En este encuentro, Dios nos pone todas las facilidades y nos hace propicio el camino: "Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados, a todas las colinas encumbradas, ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios; ha mandado al bosque y a los árboles fragantes hacer sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel entre fiestas, a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia". Israel ahora somos cada uno de nosotros, es la comunidad eclesial a la que pertenecemos es la Iglesia entera.

En la relación entre Dios y las personas, en este encuentro que preparamos en el tiempo del adviento, la iniciativa es de Dios. El camino que lleva a Dios no lo hemos construido nosotros, es Dios quien lo ha trazado en la vida y obra de su Hijo Jesucristo.

            Este encuentro con Dios, de da porque primero Dios del hombre y la respuesta del hombre se da hoy y aquí con cada uno de nosotros. Entonces, en Belem, fue una presencia real, y hoy es un encuentro real, con las connotaciones históricas y culturales propias de nuestra época. Pero para que el encuentro se pueda realizarse, el hoy hombre también tiene que andar su parte de camino.

"Preparad el camino al Señor". El camino, se prepara con frutos de justicia: "así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia..." No podemos olvidar que el mejor modo de estar dispuestos a recibir a Cristo en nuestra vida es una vida repleta de frutos que se corresponden con la voluntad de Dios. La justicia divina es lo que se ajusta a la voluntad de Dios. Lo que se ajusta a la voluntad de Dios es el amor. Amor a Dios mismo, como correspondencia, amor a los hermanos y a todo lo creado y redimido por Él.

Para que todo eso pueda darse, debe haber un cambio de mentalidad y proceder en nosotros, eso significa que tenemos que ir disponiéndoos una identificación creciente con Jesús,  para parecernos más a él cada día en todo.

Juan, el bautista habla de un bautismo de conversión. Y es que ese cambio es precisamente un camino de conversión. Nuestro bautismo es una continua llamada a convertirnos a un cambio de actitudes, es una invitación a vivir cada momento de nuestra vida en común-unión con Dios.  Y así se hace plena realidad la buena noticia, porque es  “real” que Dios está cerca de nosotros, con nosotros, en nosotros. El está viniendo en cada persona y acontecimiento, está llamando a la puerta de nuestro corazón con su mano divina, invitándonos a caminar juntos, a mirar juntos hacia el mismo horizonte.

Pero como hemos dicho, la conversión solo se dará si estamos dispuestos a salir de nuestro aislamiento, a dejar esa soledad egoísta en la que a menudo nos escondemos para que no nos moleste nadie, y abrir nuestro corazón a este Dios que llega. No podemos dejar que los valores de este mundo se metan en nuestro modo de pensar y actuar, valores que, si no estamos vigilantes entran muy sutilmente en nuestros sentidos nos incapacitan para encontrarnos con Jesús. Estos valores del mundo son  entre otros: el tener, el poder, la fama, el relativismo, consumismo, el hedonismo etc. La sociedad de hoy en general es lo que vive. Frente a ellos hay que poner los valores del amor, el servicio y la humildad.
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Es preciso manifestar con toda nuestra vida que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, que hay otros valores más importantes por los que merece la pena luchar.

Dios está continuamente en camino hacia el hombre, hacia ti, concretamente, allanando tu camino, llamándote por medio de los profetas. Si quieres caminar hacia su encuentro tienes que hacerlo con frutos de justicia y con la conversión del corazón, superando los obstáculos de los valores del mundo.

Que el Señor nos ayude a dejar nuestro aislamiento y a salir a su encuentro, para que unidos a nuestros hermanos acojamos felices su venida. Caminemos unidos. Salgamos juntos al encuentro de Dios que se hace niño para compartirse, darse, entregarse y regalarnos la salvación.