La
historia de la Transfiguración del Señor añade algo nuevo a nuestra vida: morir
significa resurgir; en efecto, la Transfiguración no recuerda sólo un pasaje,
una metamorfosis pasajera de Jesús, el resplandor en Él de la Gloria divina es
una anticipación de Su Pascua, y también de nuestra Pascua.
Es
fundamental comprender que Jesús sobre el Monte Tabor se manifiesta como Dios,
la otra manifestación divina de Jesús, según el evangelista Juan, es la Cruz; por lo que Cruz y Tabor van juntos.
La
fiesta de la Transfiguración es garantía del hecho que el Señor no abandona lo
creado y a ninguna de sus criaturas, que no
abandona la historia, como si fuese un actor teatral. A la sombra de la Cruz
sabemos que precisamente así, los hombres van hacia la Transfiguración.
Permitidme
un recuerdo hoy. En el mil novecientos setentaiocho, al llegar la tarde, moría
el beato Papa Pablo Sexto. Su pontificado fue cada vez más, el ser clavado en la
Cruz. Pablo Sexto desarrolló su servicio con fe, por eso hadebió aceptar crueles críticas. Pero un Papa, como también un simple cristiano, que
no padezca críticas no cumplirá su misión de testigo de Cristo. Pablo Sexto pudo vivir de este modo porque no buscaba el éxito de la aprobación de la
gente, sino que se apoyaba sobre la propia conciencia que se basa sobre la
verdad y la fe. La vida de este Papa nos enseña que la fe es un morir, pero es
también un paso para entrar en la vida auténtica, en la Transfiguración, como
nos recuerda el Apocalipsis Él será el
Dios con ellos. Y secará toda lágrima de sus ojos, no habrá más muerte, ni
luto, ni lamentos ni afanes porque las cosas anteriores han pasado.
La
Transfiguración nos preanuncia todo esto.
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