Está ceca el Reino de los Cielos
Jesús es el Hijo de Dios
y la biografía del hijo estará determinada por su relación con el Padre. Sin
embargo, la hora de Jesús es un acontecimiento que tendrá lugar en la
esfera humana, una parte de la historia de Jesús que aún no ha había
sucedido. Esto provoco una tensión.
La historia de Dios es una historia
que se mezcla con la historia de los hombres. Porque las cosas de Dios no son
abstractas, sino que están en el fondo de las que nos tocan vivir personalmente
a cada uno. Lo que Dios hace está siempre en el fondo de la crónica que todos.
Este es también el caso de Juan el Bautista, que para que conste debemos decir
que está en sus últimos días de vida. Ha sido encarcelado y sabemos que con un
golpe brillante y perverso pronto será eliminado. Es difícil rastrear la obra
de Dios en medio de episodios tan oscuros como los de Juan el Bautista, pero el
reto de la fe es creer profundamente que la luz y las tinieblas no son
opuestas, ni equivalentes. En el fondo de toda oscuridad Dios ha escondido una
luz que muy a menudo no se ve inmediata y fácilmente, pero que ciertamente está
ahí. Jesús reacciona ante las tinieblas que asolan la vida de Juan el Bautista
con una doble actitud: «Jesús, al saber que Juan había sido encarcelado, se
retiró a Galilea» (...) «Desde entonces Jesús comenzó a predicar». Por una
parte, parece casi intimidado por lo que está sucediendo, pero, por otra,
parece impulsado a hacer algo por sí mismo. Casi parece como si Jesús estuviera
mostrando realmente la doble actitud que hay en el corazón de todo hombre: el
miedo humano, pero también la capacidad de convertir una situación negativa en
una oportunidad. Es un poco como si Jesús quisiera decirnos: «a veces no
podemos evitar que sucedan cosas tan terribles o injustas, pero a partir de ellas
debemos decidir ser mejores personas empezando a tomar decisiones nosotros
mismos». Paradójicamente, es la crónica negra vivida por Juan el Bautista la
que espoleó a Jesús a iniciar abiertamente su ministerio público. «Jesús
recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando el Evangelio del
Reino, sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. (...) Le seguían
grandes multitudes de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del
otro lado del Jordán».
Excelente reflexión. Gracias.
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