martes, 7 de enero de 2025

Reflexión evangélica. 7 enero (Mateo, 412-17.23-25).

 

Está ceca el Reino de los Cielos

Jesús es el Hijo de Dios y la biografía del hijo estará determinada por su relación con el Padre. Sin embargo, la hora de Jesús es un acontecimiento que tendrá lugar en la esfera humana, una parte de la historia de Jesús que aún no ha había sucedido. Esto provoco una tensión. 

La historia de Dios es una historia que se mezcla con la historia de los hombres. Porque las cosas de Dios no son abstractas, sino que están en el fondo de las que nos tocan vivir personalmente a cada uno. Lo que Dios hace está siempre en el fondo de la crónica que todos. Este es también el caso de Juan el Bautista, que para que conste debemos decir que está en sus últimos días de vida. Ha sido encarcelado y sabemos que con un golpe brillante y perverso pronto será eliminado. Es difícil rastrear la obra de Dios en medio de episodios tan oscuros como los de Juan el Bautista, pero el reto de la fe es creer profundamente que la luz y las tinieblas no son opuestas, ni equivalentes. En el fondo de toda oscuridad Dios ha escondido una luz que muy a menudo no se ve inmediata y fácilmente, pero que ciertamente está ahí. Jesús reacciona ante las tinieblas que asolan la vida de Juan el Bautista con una doble actitud: «Jesús, al saber que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea» (...) «Desde entonces Jesús comenzó a predicar». Por una parte, parece casi intimidado por lo que está sucediendo, pero, por otra, parece impulsado a hacer algo por sí mismo. Casi parece como si Jesús estuviera mostrando realmente la doble actitud que hay en el corazón de todo hombre: el miedo humano, pero también la capacidad de convertir una situación negativa en una oportunidad. Es un poco como si Jesús quisiera decirnos: «a veces no podemos evitar que sucedan cosas tan terribles o injustas, pero a partir de ellas debemos decidir ser mejores personas empezando a tomar decisiones nosotros mismos». Paradójicamente, es la crónica negra vivida por Juan el Bautista la que espoleó a Jesús a iniciar abiertamente su ministerio público. «Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando el Evangelio del Reino, sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. (...) Le seguían grandes multitudes de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán».

 

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