
En la Solemnidad del Corpus Christi,
parece justo recordar Aquél, que bajo la guía del Espíritu Santo ha hecho de
modo que se instituya la Fiesta,
Don con el que el Señor nos busca. Si
queremos conocer a Jesús en el modo en el que Él se ha manifestado y no como lo
pensamos nosotros, no es suficiente decir: “Está dentro de mí, Él es mi Amigo
por lo que no tengo necesidad de nada más”. No es una amistad sincera con Jesús
la que rechaza a la Iglesia o los sacramentos juzgándolos como algo superfluo
sin saber que es lo que realmente piensa Jesús.
El primer pensamiento reflexionando
sobre el Sacramento Eucarístico es que Él es el dueño del mundo: las
procesiones del Corpus Christi quieren manifestar esta realidad también
exteriormente.
¿Qué decir de las procesiones? Cuando
Jesús pasa todavía hay muchos que expresan su reverencia, en otros hace nacer
la indiferencia e incluso el fastidio. Pero Jesús pasa para todos y nosotros
estamos allí para seguir su invitación. Pasa en silencio entre cantos y
reflexiones; pasa por las calles no porque haga Él las diferencias, sino porque
somos nosotros los que elegimos de qué parte estar: o con Él o contra Él.
También cuando Jesús pasó aquel día entre las calles de Jerusalén para ir al
Gólgota, también aquel día hubo quien no se dio cuenta que estaba pasando el
Hijo de Dios.
San Agustín puede ayudarnos a comprender
la Fiesta de hoy, Jesús le dijo: “Yo soy el alimento de los fuertes; crece y me
tendrás. Tú no me transformas en ti, como el alimento del cuerpo, y serás tú
transformado en Mí”.
Sin ilusiones, sin ideologías, nosotros
caminamos por los caminos del mundo llevando dentro de nosotros el Cuerpo del
Señor, y las procesiones son manifestación externa de esta divina Presencia en
nosotros.
No
dejémonos roben el paso del Rey del mundo por nuestras calles. Los políticos
que piensan en el bien de los ciudadanos aplastando una mayoría para tutelar
una minoría, en nombre del pluralismo quieren eliminar esta procesión y después
permiten manifestaciones que van contra la moral común de toda persona. Repito:
no dejémonos que nos roben el paso del Rey del mundo.
Festejamos por nuestras calles un Pan, ese Pan es Dios con nosotros. El Dios
que nos quiere liberar de nuestro abatimiento y desánimo, nos quiere elevar
para que podamos retomar el camino con la fuerza que Dios nos da mediante
Jesucristo. La Eucaristía es el Sacramento de Dios que no nos deja solos en el
camino sino se pone a nuestro lado y nos indica la dirección justa porque ha
venido a caminar con nosotros.
P.
Pierdomenico Volpi
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