Evangelio: Mt. 21,23-27
Al
entrar en el templo, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y
los ancianos del pueblo y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te
ha dado esta autoridad?». No se puede entender nada de este comienzo del
evangelio de hoy si se olvida un detalle importante: que Jesús había entrado en
Jerusalén montado en un asno, exactamente como decían las profecías sobre el
Mesías, y al cruzar el umbral del Templo lo había «purificado» expulsando a los
mercaderes. Precisamente por eso, los que se sienten dueños de la casa le piden
cuentas de su autoridad. Pero Jesús quiere ante todo desmontar la presunción de
tal pregunta, porque no se puede dar respuesta a quien no quiere oírla. Porque
hay preguntas, incluso serias, que hacemos sólo para afirmar nuestro propio
pensamiento y no porque nos interese encontrar una respuesta verdadera. Es el
tipo de actitud de quienes polemizan con todo con el único objetivo de demoler,
criticar, desmantelar, devaluar. A los que razonan así no se les puede dar
ninguna respuesta porque no hay voluntad de construir realmente nada. Lo más
que saben hacer es cavilar consigo mismos, pero son incapaces de un verdadero
diálogo: «Y cavilaban entre sí, diciendo: 'Si decimos “del Cielo”, nos
responderán: “¿Por qué entonces no le creísteis?”; si decimos “de los hombres”,
tenemos miedo de la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta'». Los
que viven así se pierden lo que vale la pena en la vida, pues ese derrotismo no
es más que la afirmación de la infelicidad disfrazada de orgullo y presunción.
«Respondiendo, pues, a Jesús, le dijeron: «No sabemos». Entonces él también les
dijo: «Ni yo os digo con qué autoridad hago estas cosas»». A veces, el silencio
de Dios no es un estado de la vida espiritual que se parezca a la noche oscura
de los místicos, sino que es sólo la consecuencia de que no queramos escucharle
de verdad y en serio, responsabilizándonos de ello.
Gracias hermanas por sus reflexiones sobre este gran acontecimiento: la Venida de Jesucristo hecho Niño a nuestros corazones .
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